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Ayudando al pequeño. {Mercado}[Libre]

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Mensaje por Lucía de Valois Vie Dic 16, 2011 5:27 am


Los azulados ojillos de Lucía no sabían donde posarse primero. Viajaban, curiosos, por todos los rincones de la villa, sorprendida de la vitalidad que todas sus gentes profesaban, nunca había visto nada igual. Bélgica había sido un buen lugar donde vivir, la habían tratado como una hija desde un principio, pero prefería las Españas desde que había llegado y eso que no hacía ni dos semanas. Acababa de instalarse en el palacio de Bramante, lejano al lugar pero aun así accesible; y no quería irse. Por primera vez en la vida, sentía que pertenecía a un lugar, que había encontrado su verdadero hogar.

Asió con más firmeza el rosario entre sus pálidas manos y lo guardó al fondo de la canastilla que portaba en el brazo izquierdo, avanzando con parsimonia cuan larga era la calle. Aún no conocía mucho, por no decir nada, el lugar, mas una de las criadas de sus abuelos con la que había hecho buenas migas, le había indicado por dónde estaba el mercado. No le hubiesen dejado ir sola sin una razón de peso, mas al alegar que quería asistir a misa y familiarizarse con el deán y los demás párrocos, no tuvieron más remedio que dejarla ir. Lucía no era una jovencita creyente, en absoluto, pero sí respetuosa con las creencias de los demás; sabiendo que a su abuela la hacía feliz, ella no perdía nada.

Llegó pues en escasos minutos al mercado, donde el gentío y las ofertas se sucedían con alarmante velocidad. Sonrió, deteniéndose apenas unos segundos para contemplar la escena; divertida, correteó un poco con cuidado de no tropezarse con las faldas y se adentró en él, pues jamás la habían dejado asistir a uno. El aroma a pan recién hecho y a verduras frescas extasió su nariz y guiada por ellos, fue conducida al puesto de una humilde panadera, la cuál aseguraba que sus panecillos estaban recién hechos de aquel mismo día por la mañana.

-Amable mugeg,¿podgía vendegme dos de esos panecillos?-cuestionó esperando su turno, haciendo con su acento y su porte que varias de las allí presentes se volteasen a verla, no se solía estar en presencia de una muchachita tan bien vestida. La panadera los dispuso enseguida y se le iluminó el rostro cuando contempló que en el pago de la joven rubia, había más dinero del que demandaba por el yantar. Lucía les dedicó a todas una dulce sonrisa y siguió caminando por el mercado, tranquila y contenta-.

Fue entonces cuando vio a un niño pequeño, de apenas tres años, pidiendo entre toda la muchedumbre. Ladeó la cabeza, de un lado al otro, como si esperase que la madre del querubín apareciese de un momento a otro, pero nada. Con semblante preocupado, se acercó a él y le ofreció los dos panecillos, seguro que tenía mucha hambre.

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Mensaje por Alonso de Montalvo Vie Dic 16, 2011 6:43 am

Caminaba por las calles sin saber qué hacer, pero con cierto alivio de que Murillo no se hubiera ido al final, lo mismo que por mi tía. Si alguna vez volviera a ver a Gabi, le contaría infinitas cosas que han ido sucediendo por la villa pero no era sencillo aquel deseo.

Me sentía alegre de que la mujer que mi padre trajo a casa en realidad no fuera novia de él, resultó ser una pirata, ella misma me lo confesó, precisamente la mujer del pirata que conocí anteriormente, desde entonces, tenía mentalidad de ayudarla después de todo lo que me confirmó... la sola idea de tener a una pirata en casa me entusiasmaba, así yo podría aprender de ella para poder ser como águila roja.

En el mercado había el típico bullicio que había cada día. Los olores de la comida, sobretodo del pan atraía bastante, pero Sátur se encargaba de comprarlo todo... ya me gustaría que alguna vez el caldo que preparaba tuviera sabor.

Caminaba tranquilo hasta que algo que detectó mi vista me detuvo, una muchacha cuya belleza jamás habría imaginado. Me quedé inmovil por la sorpresa que me llevé, según sus vestimentas, posiblemente formara parte de la nobleza... pero el ver que alguien así ayudara a un niño plebeyo no se encontraba todos los días... en seguida me dije que esta chica era especial. Su cara no me sonaba, así que decidí acercarme, fijándome de que el niño estaba solo.

-Si quieres te puedo ayudar a buscar a sus padres...- Transmitía confianza, notaba algo especial, que no sería como los demás nobles. Por mucho que la mirara, mi sorpresa no cesaba... nunca había visto a alguien así, si era nueva, me hacía ilusión de poder hacerme amigo de ella, no todos los días un plebeyo puede hacerse amigo de alguien noble. Esperaba que no me tratara como los nobles suelen hacer, entonces me habría llevado una idea equivocada de ella pero algo me decía que ella sí me respetaría pero no quería hablar con ella solo por eso... ella me intrigaba, seguramente no sería española, pues nadie tenía ese físico.
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Mensaje por Lucía de Valois Vie Dic 16, 2011 7:14 am


El pequeño no se demoró demasiado en aceptar sendos panecillos, devorando el pico de uno de ellos con avidez, ya que seguramente no habría probado bocado en bastante tiempo. Los ojillos le brillaban, brillo que se transmitió a los orbes azulados de Lucía, la cuál lo miraba con un semblante paciente y comprensivo, intentando transmitirle confianza y calidez. Un niño tan pequeño no merecía destino tal, en absoluto, si no a alguien que lo cuidase y mirase por su bienestar, no iba parar hasta encontrar a alguien que lo conociese y pudiera encargarse de él o al menos asegurarle que no le faltaría comida a diario.

Mientras roía el panecillo, la muchacha se dedicó a colocarle un poco el alborotado cabello y a adecentar algo sus ropas, a pesar de que lucían muy sucias y gastadas. Si no encontraba a su madre, se lo llevaría consigo a palacio, para que las doncellas le lavasen la ropa y también la remendasen, pues no se podía arriesgar tampoco a que su abuela lo viese y al final no poder ayudarlo debido al severo castigo que le impondrían. Sonrió, dispuesta a preguntarle en cuanto terminase de comer si vivía por allí cerca o es que se había perdido.

Escuchó una voz a su lado, que a pesar de no ser varonil del todo, se notaba que era de un chico de más o menos su edad. Con un escueto movimiento, fijó sus ojos azules en los castaños del apuesto muchacho, los cuales profesaban una viveza que Lucía jamás había visto en otra persona. Sus ropas eran sencillas, seguramente sería un muchacho que vivía en la villa; se alegró de encontrarse a alguien como él, sobretodo porque no todo el mundo se interesaba por el bienestar de los demás. Supo desde un primer momento que debía de ser una buena persona. El niño cesó un poco de comer, mirando al zagal, mientras que ella se levantaba, dejando el cesto en el suelo.

-¿De vegdag?-preguntó conmovida, ese gesto decía mucho a su favor, más incluso.-Oh, muchísimas ggacias.-agregó risueña y dulce como solía, tomando su mano como símbolo de verdadera gratitud. Quizás pensase que era extraña debido a su fuerte acento francófono o igual por ser de cabellos dorados y ojos claros frente a los oscuros de las gentes de allí; ella los sentía su gente aun así, eran sus orígenes y se sentía orgullosa de ello. Se dio cuenta de que no se había presentado.-Disculpa mis modales, impegdonables. Mi nombge es Lucía.-continuó soltando con cuidado y calma su mano, esperando no haberle incomodado; era lo que tenía ser tan impulsiva y a veces impredecible. De todos los muchachos que había conocido en su vida, aquel era sin duda el que más buenas sensaciones le había transmitido y para qué negarlo, el más apuesto. Esperaba poder entablar una bonita amistad. Desvió un poco la mirada hacia el pequeño, que seguía comiendo con gusto-.

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Mensaje por Alonso de Montalvo Vie Dic 16, 2011 8:15 am

Asentí con la cabeza cuando preguntó si era de verdad. Por su acento, empezaba a deducir que ella sería de Francia. Me sorprendió que reaccionara así, ni siquiera me moleste en evitar que me cogiera de la mano, realmente era diferente.Sentí una sensación algo rara al notar su mano, pero era algo agradable. Entonces mi rostro, tras unos segundos empezaba a dibujar una leve sonrisa, alegrándome de que no fuera como todos.

-Sí, tienes razón... yo soy Alonso...- Me sentía alegre.

Entonces mire al niño unos segundos, luego volví a fijar mi mirada en sus ojos. -¿A dicho algo sobre si se a perdido?- Cada palabra que pronunciaba denotaban sinceridad en mí. No sabía por qué, pero de algún modo su mirada hacía que me costara creer que hubiera alguien como ella. Me alegraba de corazón de que quisiera ayudarle. -Si es así puede que sus padres también le estén buscando...- Para mí lo más normal es que fuera así, sobretodo un niño tan pequeño, y si no les encontrábamos le pediría a mi padre si lo podíamos acoger mientras que pasaran los días buscando...

Miré a los alrededores por si acaso había alguien buscando pero no era así. -Aunque también podría llevarlo a mi casa, así al menos podrá comer... si quieres acompañarme y al dejarle empezamos a buscar...- Deseaba que fueramos buenos amigos, no había conocido a nadie como ella, lo más seguro esque Sátur estuviera en la casa así que no habría problema.

Mientras trataba el asunto del niño, mi mente trataba de buscar la respuesta de cómo es posible que alguien tuviera ese rostro que parecía que se iluminaba con su pelo y cautivaba la mirada, a mi parecer, de cualquiera.

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Mensaje por Saturno Garcia Vie Dic 16, 2011 8:29 am

(había estado con el amo de misión y cuando ya había desayunado y había descansado me acorde que hoy tocaba ir a la plaza que había que comprar y parecía ser el único que hacia la compra vamos si no iba yo no sabia si comeríamos iba de camino a la plaza para comprar a veces me quedaba mirando las chicas y también pensaba en mariana me la imaginaba desnuda imposible que el amo no se fijara en ella era guapísima cuando estaba en la plaza vi a alonso hablando con una chica me acerque a el )-hola alonso ¿que haces aquí ?
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Mensaje por Lucía de Valois Vie Dic 16, 2011 9:02 am

Alonso. Era un nombre francamente bonito. Ella estaba habituada a antropónimos franceses, ingleses o incluso flamencos, con los que se le había trabado la lengua más de una vez, mas sin duda los españoles eran los más bonitos. De tres sílabas, fácil de pronunciar y además melodioso, al menos para los oídos de la joven noble. Era en nombre perfecto para un varón, sin duda alguna. Hacía de él, en todo su conjunto, un atractivo joven, que seguramente acabaría arrancando suspiros de los labios de muchas señoritas, lo mismo que solía decir su madre de su hermano Edouard. Demasiado amor de madre.

Inclinó tenuemente la cabeza al escuchar su cuestión, haciendo que su lacia melena rubia cayese en cascada por su hombro izquierdo. La verdad es que aquel chiquillo no había dicho nada desde que se lo había encontrado, a pesar de que parecía tener edad al menos para entender de lo que hablaban e hilvanar unas cuantas palabras; quizás era muy tímido y por ello había preferido mantenerse en silencio. Ella también había pensado en un principio que su madre estaría preocupadísima al haberlo perdido, pero no había visto nadie a su lado y tampoco había revuelo por algún lado que significase que habían perdido a un niño pequeño. Se sintió algo triste por el pequeñuelo, seguro que echaba de menos a su madre o al menos una cama donde dormir o algo más que pan para llevarse a la boca.

La mirada se le volvió a iluminar en cuanto él alegó que entraba dentro de las posibilidades el llevárselo a su casa para que comiese al menos algo caliente. Se lo habría llevado con ella con gusto, ya lo había pensado, pero el palacio estaba muy lejos y se arriesgaba a poner en peligro la vida del niño, cosa que no podía permitir de ninguna de las maneras. Entrelazó las manos, sonriendo con amplitud debido a lo agradecida que se sentía ante Alonso, el chico de tan bonito nombre. Era la bondad personificada, al menos a su parecer. Volvió a agacharse junto al chiquillo y le acarició la mejilla.

-¿Has oído, mon minou?-le preguntó haciendo que el niño dejase de comer por un momento y la mirase. Volvió a erguirse y a clavar su mirada en el moreno, con un leve sonrojo adornando sus mejillas, tampoco quería molestar.-Yo le lavagué la gopa, podgé seg de ayuda y segugo que está muy incómodo así. Egues muy amable.-agregó dándole un escueto pero cariñoso abrazo. No solía ser tan confiada con los demás, pero él le había demostrado que podía confiar en él con un gesto tan bello y desinteresado. Notó la mano del niño queriendo tomar la suya y por ello se separó de Alonso, bajando la mirada para observar al pequeño varón. En ese mismo momento, escuchó una tercera voz, ya de un hombre, el cuál se dirigió al zagal; parecía que se conocían. Le dedicó una cortés sonrisa y le dio dos vueltas al niño con la mano, haciendo que este riese-.

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Mensaje por Alonso de Montalvo Sáb Dic 17, 2011 5:46 am

Por su gesto, deducí que el pequeño no habría dicho nada. Observé cómo le caía el pelo, era un deleite para lo que acababan de ver mis ojos, era como si me sacara de un mundo llevándome a otro, como si la chica fuera irreal o acabara de descubrir un ángel. Me esforzaba por no mirarla mucho rato por si se incomodara, pero es que era muy difícil concentrarse en otra cosa que no fuera ella... ni siquiera sabía por qué me pasara eso, pero era así, había sido una gran suerte conocer a una chica que perféctamente la podía comparar con un ángel.

Cuanto más pasaba este momento, más alegre me sentía, no era normal que alguien de su situación social se preocupara tanto, pero me alegraba de que al fin alguien tratara a todos por igual... deseaba que todos fueran como ella, de ser así seguramente no habrían cosas malas en la vida ni la separación de clases.

Cuando iba a comentarle lo especial que me parecía, de que ojalá todos fueran así, me abrazó sin que yo lo esperase sorprendiéndome de nuevo. De nuevo sentí algo extraño, no todos los días me abrazaba una chica tan bella... no era que quisiera aprovecharme, era simplemente que sentía algo raro.

Al separarse de mí, me concentré en calmarme por tal sorpresa, pero la oculté, no quería incomodarla después de todo. Ahora sí podía comentarle lo que opinaba. -Tú si que eres amable... no muchas personas se preocupan por alguien y menos un noble por un niño pobre, menos mal que tú sí lo haces...- Le sonreía mientras se lo decía y la miraba a los ojos, no podía dejar de mirarlos.

Segundos después escuché la voz de Sátur, que me sacó del mundo el cual estaba clavada mi visión. -Sátur... es que he encontrado un niño pequeño que parece que está solo... he pensado que podríamos tenerlo en casa mientras Lucía y yo buscamos a sus padres... ¿puede quedarse verdad?- Miraba a Sátur con sinceridad, esperando que djera que sí, no podía dejarlo solo en la calle, a saber qué podría pasarle, además, recordaba también que una vez mi padre trajo al infante, que por desgracia falleció... si ya trajo a un niño pequeño, ¿por qué negarle cobijo al que acabe de encontrr?
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Mensaje por Saturno Garcia Sáb Dic 17, 2011 7:09 am

-hombre por mi no hay problema alonso ya lo sabes ,ahora se lo tendrás que decir a tu padre ya que para eso es tu padre ¿no? ,y hacer lo que diga el de todas maneras te ayudare a convencerlo aunque tu no eres ningún detective ni nada para buscar a sus padres
¿verdad?

(dije a alonso que estaba con una chica ¿seria su novia ? dije pensando absurdamente )
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Mensaje por Lucía de Valois Sáb Dic 17, 2011 7:15 am

El bullicio y el gentío del mercado habían pasado a un segundo plano desde que la joven había dado con el pequeño muchachito; y sobretodo desde que había aparecido Alonso. Normalmente era una chica atenta, a la que no se le escapaba ni una y que lograba centrarse en muchas cosas al mismo tiempo, mas en aquel momento, toda su atención se centraba primero en el pequeño y después, en gran parte, en el chico que tenía justo delante. Jamás se había fijado mucho en los varones, quizás porque solían tirarle del pelo y ser muy brutos con ella, además de engreídos y altivos por creer que su apellido les amparaba y protegía, mas con Alonso era completamente diferente, sentía que la trataba como un igual y que con él podía ser ella misma, sin que hubiera nadie detrás cerciorándose de que su comportamiento era el correcto o que hacía honor a su apellido.

Al abrazarlo sintió una especie de hormigueo en el estómago, algo que no supo definir. Después de todo, los sentimientos estaban hechos para ser sentidos y no para ser explicados,¿verdad? En ello residía su magia. Le recordaba en cierta forma a las mariposas, revoloteando en el aire caliente del verano, cuando los campos eran verdes y el Sol lucía más brillante que nunca. Una cosa tenía clara desde tal instante, los días que el cielo estuviese encapotado no se preocuparía por no ver el Sol, siempre podría verlo en el brillo, tan especial, de los orbes de color tostado de Alonso.

Se sintió ciertamente halagada por sus palabras, nunca nadie le había dicho algo por el estilo, por lo que sus mejillas se tiñeron de un carmesí algo más intenso. El niño se reía ante tal gesto, seguramente le causaría gracia verla de tal guisa, cobijado a la vera de sus faldas. Desde muy pequeña, Lucía había tenido más que claro que nadie era más que nadie, por muchos títulos que se añadiesen a su apellido. Era de bien nacido ser agradecido, y aquellas gentes se merecían una buena vida al igual que la suya, les agradecía el poder compartir el mundo con ellos y les ayudaría siempre que estuviera en su mano. Respondió a su sonrisa con otra, cómplice, tierna, mientras afianzaba el agarre de su mano con la del niño, no quería que se perdiese.

-Es lo menos que puedo haceg pog los demás. Además, ggacias a ello he conocido a una pegsona tan magavillosa como tú.-puntalizó con cierta introversión en sus palabras, desviando un poco la mirada, azorada, pues no solía confesar tales cosas. Aun así era directa y le gustaba ir con la verdad por delante, sobretodo con quienes se merecían tal estima. Enmudeció, escuchando la conversación entre los dos varones sin mediar palabra, encantada de saber que el niño podría quedarse con ellos mientras, junto con Alonso, le buscaba un hogar.-Pgometo que no segá demasiado tiempo. Si no llegamos a encontgag a su madge, que espego que no ocuga, le llevagué conmigo a palacio, no quiego abusag de vuestga genegosidad.-finalizó cogiendo al niño en brazos con algo de esfuerzo, no quería que nadie lo pisase al ser tan pequeño-.



Última edición por Lucía de Valois el Sáb Dic 17, 2011 8:49 am, editado 1 vez
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Mensaje por Alonso de Montalvo Sáb Dic 17, 2011 7:38 am

Lo más seguro es que mi padre dijera que sí, era típico en él. -Lo sé Satur... pero esque su madre puede que le esté buscando y nosotros queremos ayudar...- Era la verdad, no podíamos quedarnos de brazos cruzados.

Al escucharla de nuevo la miré de forma automática, me podría quedar siglos viendo su piel, tan hermosa como la nieve. Ella era tan bella que me resultaba alguien que ha salido de un mito. Sin darme cuenta, habían pasado unos segundos mirándola, pero me liberé de ese mundo que parecía irreal mirando de nuevo a Sátur. -Seguro que padre irá que sí... si ya quería acoger al infante que falleció y nosotros no sabíamos nada ¿Por qué ahora se hiría a negar- No hacía falta que se le tratara de convencer, él era así.

La volví a mirar, no podía dejar de hacerlo. -Tranquila... mi padre estará encantado de tenerlo en casa el tiempo que haga falta, siempre ayuda a los demás.- Trataba de asegurarle de que no se aprovechaba para nada y de que iba a estar bien, aunque eso último no hacía falta asegurar pero daba igual. Mi mente todavía no podía asumir que hubiera alguien como ella... sus cabellos parecían como un río que portara oro fundido y los ojos como la riqueza más valiosa del mundo... tan valiosa que no se podría comparar con nada. Me sentía raro, con una especie de nervios, pero me hacía sentir bien, quería estar con ella cuanto más tiempo mejor.
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Mensaje por Lucía de Valois Lun Dic 19, 2011 4:25 am

El chiquillo se acurrucó entre sus brazos, sin intención de hacerle daño, claro estaba, mas la joven de cabellos dorados tuvo que hacer acopio de toda su fuerza para que este no cayese al suelo, pues no esperaba tal gesto por su parte; a veces los niños le resultaban más impredecibles que ella misma. Le regaló una nueva sonrisa, acomodándolo en su regazo mientras él se abrazaba a su cuello consciente de que no era tan fuerte como para soportarlo a la par que hacía virguerías y se movía con inquietud. Era en esos momentos en los que el vestido le pesaba horrores, debido a las capas y capas de enaguas y faldones que su abuela le obligaba a vestir, además de que la tela con la que estaba confeccionado también era algo pesada. Le dio un pequeño toque en la naricilla al niño y volvió la mirada hacia ambos hombres, para luego fijarla en especial de nuevo en Alonso.

Sentía una especie de felicidad repentina cuando le devolvía la mirada, le era muy grato que la observase y a la vez la hacía lucir un sonrojo en los carrillos constante, el cuál contrastaba con su pálida tez. Esos orbes de un pigmento más bien asemejado al caramelo, que hacían ver opaco al mismísimo astro rey y que le indicaban que no necesitaba estrellas a las que pedir deseos, porque no había nada que pedirle si lo tenía junto a sí. Era asombroso lo mucho que te puede hacer sentir una persona en tan poco tiempo, revolucionar tu interior de una manera que nunca nadie había conseguido hasta la fecha. Sobretodo era su sonrisa, la cuál resplandecía con luz propia y la hacía devolverla con otra suya casi sin darse cuenta. No sabía muy bien como manejar la situación, pues no la había sentido antes en su corta vida, lo único que sabía era que a cada minuto que pasaba a su lado, más quería estar con él. Sí, sin duda iba a ser el comienzo de una gran relación entre ambos.

-Encontgagemos a tu madge, te lo pgometo, mon minou.-le aseguró al niño, haciendo que este la abrazase con ella y eso hiciera que riese al instante, inundando el ambiente con una aguda y cálida carcajada. Su abuela decía que tal comportamiento no era de señoritas, pero a Lucía le daba completamente igual si no se comportaba como tal, tampoco quería aparentar ser lo que no era; era simplemente Lucía de Valois, no una señorita, lo cuál no tenía interés en ser. Dio una vuelta sobre ella misma, haciendo que sus faldas flotasen ligeramente, pues eran demasiado densas como para levantarse un palmo del suelo. Quería que el niño estuviese lo más cómodo posible hasta que ella y Alonso diesen con su madre. Volvió una vez más la mirada hacia él y ladeó la cabeza, esta vez para llevar un cabello rebelde tras su oído.-Tu padge es un buen hombge sin duda, al igual que su hijo.-apremió mordiéndose el labio inferior con levedad, sonriente. Parecía que el hombre que hablaba con Alonso le conocía bien, o mejor dicho, se conocían bien ambos. Puede que fuese un familiar, o un amigo de su padre; en todo caso a Lucía se le asemejaba buena persona. En aquel metro cuadrado, donde se encontraban ella y el joven de Montalvo, por un momento llegó a sentir que sólo existían ellos dos, a pesar de tener al niño en brazos. Apartó la mirada poco después, de manera disimulada para que no se sintiese observado. Tierra y mar eran sus ojos juntos, tierra y mar-.

Off: Perdón por contestar antes que Sátur, es que quería mantener un poquito activo el tema y el foro. Embarassed

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Mensaje por Saturno Garcia Mar Dic 20, 2011 8:07 am

-bueno pues vengo ya se lo digo yo al amo ,¿te vienes a casa alonso? si quieres invitas a tu amiga en casa a comer
(dije a alonso mirándole )
-por cierto me llamo saturno garcia pero llámame satur
(dije a la niña que sostenía al bebe en brazos y mire a ambos )
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